domingo, 26 de diciembre de 2010

El trastero (Antonio Lozano Herrera)

Aquel hombre se dirigía como cada mes de diciembre, hacia el trastero de su vivienda, buscando los adornos de Navidad, que servirían para dotar de mayor iluminación y alegría a su hogar en estas fiestas.
Cuando abrió la puerta del habitáculo donde guardaba aquello que no servía, o que utilizaba en contadas ocasiones, notó un olor extraño pero conocido a la vez, que respiró con fuerza, acompañado de una mezcla de tristeza y melancolía, que de inmediato le hizo llevarse la mano al pecho, en un amago por controlar su nerviosismo.
Al momento se sintió ausente, algo parecido a un túnel del tiempo lo transportaba al pretérito, a un mundo de fantasías y realidades. Se dejó llevar sin oponer resistencia, olvidando el motivo por le hizo acudir a aquel lugar.
Sopló fuerte, y una oleada de polvo dejó al descubierto la vieja estantería. El corazón le dio un brinco, cuando observó perfectamente ordenadas, varias cartillas de escritura y lectura “Rubio”, apoyadas sobre la desojada Enciclopedia “Álvarez”, con la que adquirió sus primeros conocimientos.

Justo al lado, el arrugado capirote morado de nazareno, de cuando salía siendo un chiquillo cada Miércoles Santo, acompañando a Ntro. Padre Jesús de la Pasión, del barrio de San Basilio.
Levantó la mirada, tomó una carpeta, y una lágrima incontrolada rodó por su mejilla, al comprobar cómo en su interior, se hallaban los recortes de añejos periódicos y revistas, con noticias antiguas de su Córdoba natal, que su padre había guardado en vida con cariño, y que el heredó.

Se escuchó un profundo suspiro, cuando encontró apoyado en un rincón, el libro que un día su novia le regaló hace casi cuatro décadas “Primer amor, Primer dolor” de Martín Vigil, al abrirlo, un pétalo de rosa apareció entre sus amarillentas hojas. Junto al lado del gastado ejemplar, reposaba un montón de cartas, que recibió de su amor durante su lejana “mili”, tomó una, y acarició la silueta de unos labios y un corazón pintado, comprobando al leer una de ellas, como aún desprendía ese aroma a perfume después de tantos años.

Muy cerca se hallaban algunos álbumes de cromos borrosos, que coleccionó con su hijo, donde aparecían veteranos futbolistas.
Se giró, y abrió la abollada lata metálica de “carne de membrillo”, repleta de fotografías color sepia, de familiares y amigos, la mayoría de los cuales ya marcharon de este mundo, y las fue mirando detenidamente.

Más tarde, una mueca en sus labios, dejaron paso a una leve sonrisa, cuando tomó una cajita, en cuyo interior encontró dos diminutos dientecitos “de leche”, y sendos textos con letra casi ilegible, dirigidas al “Ratoncito Pérez”, que sus hijos escribieron al perder el primer diente.
También pasó su mano sobre un destartalado y oxidado tren de vapor, y una muñequita de trapo, que solo Dios sabe, el tiempo que llevaba durmiendo allí. ¡Cuántas risas, llantos, ilusiones, y maravillosos recuerdos, albergaban esas cuatro paredes!

Cuando llevaba varias horas con la mente vagando en la nostalgia del pasado, acudió a su mente, el motivo de su visita a el “trastero”, tomó su ristra de bombillitas y guirnaldas, su caduco abeto de hojas supuestamente perennes, y sus figuritas del Portal de Belén, y se dijo: ¡Bendita Navidad, por traerme cada año, estas misteriosas sensaciones!.
Cerró la puerta, y marchó pensando, quien sería el necio, que le puso el nombre de “trastero”, a un lugar tan sagrado, donde guardamos lo más hermoso de nuestra existencia, en lugar de denominarlo “baúl de los recuerdos”, “almacén de la memoria”, o “museo de una vida”.

Antonio Lozano Herrera
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4 comentarios:

Juan Raimundo Gómez de León Robledo. dijo...

Trastero = Baúl de Los Recuerdos, Almacén de La Memoria ó Museo de Una Vida...
¡Cuanta razón tiene el buen autor!. Un Trastero, no es un lugar donde se acumulan trastos inútiles para que duerman el sueño de los justos, y, se vayan deteriorando con el transcurso del tiempo y el olvido... Es un lugar físico muy importante, donde se van depositando objetos y los recuerdos que los acompañan, para, de vez en cuando, rememorarlos, y, hacernos pensar en nuestras vidas y seres queridos... En El, no ha de haber olvido caduco ni destrucción, sino, recuerdo perenne y Amor-creación.

Hay muchos tipos de trasteros, ¡tantos!, como son las personas que los van llenando... Cada uno con sus características, que los hacen irrepetibles, únicos.

El trastero del buen D. Antonio Lozano Herrera, es hermoso y esperanzador... pues, en El, ilusiones hay palpables y realizables, donde todo es Amor... Amor que crea un “Trastero”, que es, sin duda alguna, Palacio de Vida, iluminado por semejante cúmulo de intensidad en tan importante sentimiento... EL AMOR.

No quiero hablar de mi “Trastero”, y, menos en estas Fechas de Amor... Sólo diré... que en El, falta el Amor de mi mujer inexistente, por ello, falta, igualmente, El Amor de unos buenos hijos, causando un recuerdo muy vivo en el mundo que nos crea la ilusión palpitante por el deseo intenso y devorador de tenerlos para amarlos y ser amado... Por el contrario, sí están, los recuerdos del amor de unos seres muy queridos, ya muy difuminados en el mundo físico por causa del Caballero-Dama Muerte, un recuerdo muy vivo y añorante. Este trastero queda en una penumbra creciente, que amenaza por convertirse en oscuridad de oscuridades... Si ello sucediere..., no será “Un Trastero” en Palacio de Vida..., será... en Castillo de Muerte...

El Destino tiene la última palabra, cada uno nacemos con uno marcado en nuestro ser... Disfrutad de lo que La Vida os da, pues hay quien posee vida en Amor, y, quien posee Amor sin vida. LA VIDA ES AMOR, SIN AMOR NO HAY VIDA. Pobre de aquél que tenga y sienta un inmenso Amor que dar a su mujer para crear vida, y..., no tenga su mujer para dárselo..., pues, ese Amor... terminará por destruirlo sin remisión...

“El Trastero” del autor de este bonito relato, D. Antonio Lozano Herrera, contiene un tesoro incalculable para él, pues en El (“El Trastero”), hay mucho Amor dado y recibido, e, igualmente, por dar y recibir... En él hay ¡VIDA!...

Juan Raimundo Gómez de León Robledo.

Anónimo dijo...

impresionante papa me ha encantado....eres una makina...lastima q no haya heredado esa forma de escribir,1 bst y q sepas q aun quedan muchas cosas q guardar en ese trastero q por cierto huele regular como buen trastero q es jejeje

Antonio Lozano Herrera dijo...

Gracias amigo Juan por tus palabras de elogio hacia mi texto, y por definir mi tratero como hermoso y esperanzador. Compruebo como a ti también, te gusta echar la mirada atrás, aunque sea una vez al año. Y te deseo toda la suerte del mundo con tu nuevo libro.
Al “Anónimo”, solo decirle, que me alegra que le haya gustado, seguramente porque conoce a la perfección lo que en mi tratero se esconde, y sabe que siempre podrá encontrar esos viejos álbumes de fútbol y baloncesto que mencioné en mi texto, e incluso su primer diente de leche. Hijo, gran parte de tu vida, al igual que la de tu padre, también está en ese tratero, aunque como bien dices, huele regular, y es que los recuerdos, las añoranzas, tristezas y alegrías, también tienen su olor especial, por eso algunas veces huele mejor que otras.
¡Ah! y el máquina eres tú. Ignoro si habrás heredado mi forma de escribir, puede que sea un don que desconozcas, y algún día salga a la luz. Lo que tengo claro, es que mi nieto, si heredará de su padre, tu amor hacia el prójimo, tus cuidados hacia los enfermos, tus interminables horas en turnos de día y noche, al volante de una ambulancia, con la sola intención y el firme propósito, de que los necesitados encuentren en ti, la ayuda y el apoyo que necesitan. ¡Y vaya si lo encuentran!.
Aprovecho para decirte, que me siento orgulloso de ti, de tu labor diaria, y que no hay nada más gratificante en el mundo, que levantarse cada mañana bien temprano como tu haces, sabiendo que la gente te necesita, y que eres útil para aquellos que te rodean.
Tu sí que eres un máquina, llevando salud al enfermo, y sabiéndote querido por los demás. Lo de tu padre es simplemente aporrear teclas, uniendo palabras. Lo mío lo hace cualquiera, lo tuyo hay que currárselo.
Un beso hijo, sigue así, y no cambies nunca.

El autor dijo...

Esta claro que donde dice tratero, quise decir trastero. Se ve que la tecla "S", se niega a ser usada para escribir esa palabra.
Como a la "S", a mi tampoco me gusta definir de ese modo a un lugar tan bello.